fondo-canoasLa antesala 

El reconocimiento público de la Instrucción Real derivada por el Rey de España de la época, Carlos III de Borbón (1784), la cual daba orden a los gobernadores de Chiloé (Francisco Hurtado) y Chile (Ambrosio O’Higgins) de abrirse camino por tierra hacia la ciudad de Valdivia, provocó la alerta de los pueblos nativos que habitaban los llanos entre Rio Bueno y la aún destrozada localidad de Osorno.

Es que la orden era necesaria para mejorar la comunicación entre las distintas ciudades y villas de los hispanos en el sur de Chile, específicamente entre la Isla de Chiloé y Valdivia. Es por eso que se hacía imprescindible un ataque inmediato a los pueblos aledaños de la ciudad, para de esa manera despejar y crear el requerido camino. Además de repoblar la localidad de Osorno, tras casi 200 años de abandono.

Afortunadamente para los indígenas de la zona, el Gobernador de Valdivia por aquel entonces era Mariano Pusterla y Sacré, quien apoyaba la idea de dialogar y convencer pacíficamente a los indígenas sin la necesidad de entrar en un nuevo conflicto, por lo que accedió a las peticiones de los Hüilliches de las localidades cercanas, los que apelaban a la buena comunicación y convivencia que sostenían con el gobernador valdiviano.

Esto derivó en un acuerdo entre ambas partes, el conocido Tratado de Paz de Río Bueno (24 de febrero de 1789). En dicho acuerdo los nativos facilitaron la realización del camino entre Valdivia y Chiloé, además de otorgar Osorno a los españoles, a cambio la colonia valdiviana protegería a los Hüilliches de cualquier ataque enemigo.

El acuerdo solo duró un par de años, ya que nuevos desacuerdos entre nativos y españoles provocaron la reorganización de los diversos grupos Hüilliches de la zona conformando una nueva rebelión, contextualmente similar a la liderada por el Cacique Pelantaro en 1598, aunque con distinto final, ya que los colonos hispanos lograron contrarrestar la ofensiva indígena.

Parlamento y Tratado de Las Canoas.

Tras la frustrada rebelión Mapuche, se realizaría un nuevo parlamento esta vez a orillas del Río las Canoas (actualmente Río Rahue), en el cual se revestirían antiguos acuerdos entre ambos pueblos, además de tratar de solucionar los nuevos conflictos en un nuevo tratado de paz. Cabe destacar que este acontecimiento ocurrió un día y en un sector donde los españoles además de estar militarizados, eran también superiores en número, por lo que cualquier decisión estuvo probablemente condicionada.

Finalmente el Parlamento de Las Canoas se realizó el 8 de Septiembre de 1793, ante la presencia de los Caciques Catrihuala, Canihu, Iñil, Calfuguir, Ancahuir, Colin, Nangunguir y Huaquipan; y de los españoles, Lucas de Molina y Bermuda (Coronel y ex Intendente de Valdivia), Julián Pinuer (Comandante), Javier de Alday (Misionero), Francisco Xavier de Ortiz (Fray de Rio Bueno), Francisco de Aburto (Comisionado), Ramón Flández (Cabo Primero) y Manuel Silva.

Los consensos alcanzados fueron:

  • Que los Hüilliches de los Llanos admitían Padres Misioneros
  • Que les cederían tierras independientes de las asignadas para los españoles, queriendo que estuviesen entre ellos los misioneros en paraje competente.
  • Que no darán sentimiento algunos a los Padres Misioneros, obedecerán a sus disposiciones y los respetaran como corresponde.
  • Que aunque la extensión de la Misión debía ser entre las dependencias de los Caciques Catrihuala, Iñil y Canihu (entre los ríos Pilmaiquén y Maipué,) la distancia probablemente no permitiría que los Padres asentados en las orillas del río Las Canoas pudieran socorrer a todos los indios que vivan en dicha extensión, por lo que si todos estos indígenas  han de estar bajo la Misión, se hace preciso el establecimiento de obras misioneras en las inmediaciones del río Pilmaiquén, siempre que el Rey lo juzgue oportuno.
  • Que todos los indígenas indistintamente entregaran a sus hijos menores para el Bautismo, y en tiempo oportuno para la Instrucción Cristiana.
  • Que todos los indígenas solteros se casaran por la Iglesia y cumplirán con las obligaciones cristianas.

Además de los acuerdos anteriores, también se establecieron términos para contrarrestar las constantes enemistades que sostenían las comunidades Hüilliches entre sí, para esto los hispanos crearon 5 artículos:

  • Que si algún indígena cometiese algún exceso ninguno se opondría su justo castigo.
  • Que no se malonearán, ni robaran unos a otros.
  • Que si algún cacique o mocetón intentase perturbar la paz, lo entregaran a los españoles para que le castiguen.
  • Que llegando el Cacique Queipul se le obligue a mantener estos mismos tratados; y que si no lo hace, le perseguirán como ha enemigo común, siendo este el objetivo principal de la concurrencia de los Caciques a esta junta, pues miran a Queipul como causa de todos los males que han padecido en la próxima guerra.
  • Que siempre que el señor Gobernador de Valdivia los llame armados, estarán prontos a servirle personalmente con armas y caballos contra cualquier enemigo de los españoles.

Finalmente otro acuerdo no mencionado anteriormente, fue el relacionado con la propiedad de las tierras entregadas a los españoles, ya que el Padre Comisionado Francisco Xavier de Alday (en pleno acuerdo de los presentes) tras aceptar en nombre de Dios y el Rey los nuevos terrenos, acordó junto con el Cacique Canihu, que las tierras seguían siendo Hüilliches, y que si algún día los Padres Misioneros llegaran a faltar, estas volverían a ser ocupadas por los nativos.

Acuerdo que unas décadas más tarde con la “Pacificación de la Araucanía” pasaría a segundo plano.

Por Walter Avila.