«Mi lago está sereno, seguro que va a llover. Después que pase la tempestad, viento Puelche va a correr, levantando olas al cielo como cisnes a volar.
Después de 3 días de puilli, tu, ellos, barquillos y veleros también los extranjeros de este lago podrán disfrutar, yo en mi bote remo a remo, veo sirenas refrescar sus cuerpos donde el rey de estas tierras bebe de sus aguas cristalinas.
Valles, montañas, volcanes que rodean la isla Curihuino que todos desean visitar. El trinar de las avecillas, el sonar de las trutrucas, pifilcas y kultrunes de los hermanos hulliches y mapuche, el rugir dominante del Panguipulli que se escucha en los 4 puntos de la tierra del espíritu del puma.
Sí señor, sí señor. Gracias gente… gracias»
Para viajar a Panguipulli hay que tener tiempo y levantarse temprano…yo lo hice porque mi misión estaba clara y era una sola, encontrar a «Caleli».
Fueron 2 horas y media de viaje. En el bus me encontré a mi amigo Leo, pintor valdiviano del que hablaremos en una próxima edición. El viaje se hizo corto hasta que finalmente llegué a destino. Una vez que superé el obstáculo de encontrar su casa comenzó la aventura, es así como describiré esta entrevista.
A simple vista Heraldo Bustos, más conocido en el ámbito popular como «Caleli», parecía ser un hombre simple. Su casa, su medio de transporte (bicicleta), y su «pinta» llena de amabilidad permitieron que la conversación comenzara a fluir fácilmente desde el primer minuto.
Dentro de su sitio -una casa antigua de madera y un taller- el rincón de don Heraldo, lleno de antigüedades, cachivaches para algunos, reliquias para él y para la historia. Pegados a las paredes cientos de recuerdos que, a través de años de trabajo, ha logrado recopilar dando paso al nacimiento de una fuente de historia que parece inagotable.
Heraldo Bustos ha dedicado 28 años de su vida a la recolección de la historia de su ciudad natal, Panguipulli, y esta recolección no ha sido fácil. Dentro de sus registros figuran fotografías, diarios antiguos, elementos físicos traídos desde años pasados, que poco a poco han ido haciendo de Caleli un patrimonio viviente lleno de historias que contar.
«Rescatar las raíces de la comuna de Panguipulli a través de objetos provenientes de la misma gente. El trueque, entre otras cosas, que se van mostrando a las nuevas generaciones, las que lamentablemente no conocen de estas cosas. Todo por mis propios medios» explicó Heraldo.
Aún así, con toda la historia que carga Heraldo – recolectada a través del relato oral que ha logrado mediante conversaciones con antiguos, trámites que ha tenido que hacer para conseguir documentación, entre otras actividades- él se siente solo, abandonado por la suerte que no toca su puerta y no le permite dar a conocer todos sus conocimientos, Heraldo tiene miedo de que toda la historia que vive en su memoria muera con él.
«Cuando tu amas la cultura eres parte de ella, pero cuando te acercas a las personas que deberían darte la oportunidad de fomentar el turismo cultural, hacen sentir que uno no existe. Yo no puedo hacer proyectos por mi discapacidad visual y tampoco tengo un asesor»
Decenas de personas como yo han tocado su puerta en busca de sus testimonios, tratando de dar a conocer lo que Caleli tiene para contar. Su intención es mostrar la historia de su querida comuna de Panguipulli y la tarea no le ha sido fácil, debido a su corta visión Heraldo se ve impedido de llevar a cabo proyectos.
«Me encantaría hacer un libro de recopilación, tengo información hasta del siglo XVI, pero lamentablemente no tengo como darla a conocer. Mi propósito es mostrar el material que tengo, estamos en una sociedad donde todo se cree mediante lo que se ve y yo tengo esas herramientas pero no las plataformas»
Su interés en la recolección de historias y datos nació desde la ignorancia en la que se vio envuelto en su juventud, frente a turistas que le preguntaron datos de su lago y su pueblo quedando él sin nada que decir. Fue ahí cuando decidió comenzar a acercarse a las personas más antiguas que le facilitaron historias y fotografías, y la búsqueda continúa.
«A veces se me han caído los brazos, me desilusionan las personas que tienen el poder de acercarse y ayudarme a entregar conocimiento a las demás generaciones, me desmotivo, pero pasa una semana y pasa algo que me vuelve a dar el mismo impulso, entregar información, ver que alguien te escucha, esa es la idea»
Caleli y su historia han sido, sin duda alguna, de lo más interesante que he escuchado a mis cortos años.
La idea es preservar el patrimonio vivo que Heraldo Bustos lleva dentro de su mente y dentro de su alma, definitivamente para él se hace difícil encontrar la forma de dejar un legado debido a la falta de interés de las nuevas generaciones y también de su dificultad para lidiar con la modernidad de las computadoras y los accesos a proyectos tal como el mismo explicó. Algo que nos da para pensar, algo que nos deja planteadas varias interrogantes a la hora de analizar ¿Qué se hace con tanta información acumulada dentro de una sola persona?
Heraldo Bustos, más conocido como Caleli, un hombre dedicado a muchas cosas y todas a la vez, nos llama a abandonar la flojera que probablemente nunca abandonemos, pero por lo menos deberíamos dedicar un espacio a la reflexión, un espacio a la historia, a nuestra historia.
Por Rocio Oyarzún