Todo lo que se cuenta como historia, no es otra cosa que el testimonio de hechos acontecidos hace un tiempo. Según cronistas como Rosales y Ovalle, cuando el 8 de Febrero de 1552, Pedro de Valdivia y su ejército intentó cruzar el río Calle-Calle desde Las Animas, una lluvia de flechas lanzadas les hizo comprender que no serían bien recibidos.
Es en ese momento que surge la figura de Racloma que actúa como mediadora y que impulsada por extraña fuerza, se lanza a las aguas del río. Lo hace después «de despojarse de su vestidura exterior» cruzando a nado ese largo trecho.
Llevada a la presencia del Conquistador, le dice: «Bien pareces por tu talle y gallardía, lo que la fama pública de ti y de tus soldados, que sois dioses y gentes que habéis venido del cielo o de otras regiones sobre las espumas de las aguas».
Racloma pregunta. ¿Qué buscáis en nuestras tierras? ¿Qué pretensión es la vuestra? ¿Qué os trae desde tan lejos a tierras tan pobres?.
Pedro de Valdivia observa la hermosa mujer morena de ojos negros y de pelo ondulado, secándose al viento, mientras sus sencillas ropas mojadas le moldean su cuerpo de diosa salvaje. Responde: «Nada temáis vos y los vuestros. No vengo en son de guerra, sino, deseoso de tener paz y amistad con los tuyos.
Quiero ser vuestro amigo y vengo a concertar alianzas que nos trueque en hermanos».
Pedro de Valdivia, apuesto, de pelo rubio y mirada halagadora causa una atracción de conquista en Racloma que le dice: «No pases adelante extranjero que yo pondré toda esta provincia en tus manos, te haré dueño de cuanto descubras con la vista».
Cruza de nuevo el río y parlamenta con los suyos y consigue que el gran señor de la región de Ainil, Leochengo, reciba en paz a Pedro de Valdivia. Al día siguiente fundará la ciudad que perpetúa su nombre. La hazaña de Racloma no deja dudas de su poder e influencias.
Pedro de Valdivia sólo permaneció hasta parte del otoño en nuestra región y su amistad con Racloma tal vez fue un bálsamo para su herido corazón que por real disposición había perdido el amor de Inés de Suárez.