Alerces, dunas, río, mar y el cariño de su gente… sólo algunas razones para visitar Chaihuin.
Al recorrer la Región de Los Ríos, podemos conocer lugares que como amor de verano no quisiéramos dejar, o al que nos prometemos volver a ver… Algo así es Chaihuín, una localidad que encanta, incluso antes de llegar.
Para arrivar a Chaihuín, existen dos vías: una terrestre (102 km desde Valdivia), camino de ripio al que llegamos por la salida sur de la capital de Los Ríos, y otra que suele ser la preferida de turistas y visitantes, distante a sólo 44 km desde Valdivia, tomando camino a Niebla y cruzando, posteriormente, a Corral. La misma que 14 SUR te invita a recorrer.
Ya sea en ferri, o en barcaza, el paseo ya comienza con tintes mágicos al navegar por las aguas saladas del Estuario del río Valdivia que unido al río Tornagaleones, a esa altura ya se funde, irremediablemente, con el mar del Pacífico. Un instante de nuestro viaje digno de fotografías y postales para el recuerdo.
Luego de zarpar y navegar cerca de media hora, estamos ya en el muelle o embarcadero de Corral, puerto marítimo con gran historia y al que sin dudas, debemos dedicar un capítulo aparte. Ya en tierra firme, tomamos camino a Chaihuín, que por unos cuántos kilómetros es de ripio, pasando por Caleta Amargos y Caleta San Carlos, lugar donde comienza el pavimento.
Una carretera que zigzagea siempre con el mar como fiel acompañante, nos hará pasar por diferentes playas y caletas como Los Liles o Huape, disfrutando de toda la belleza de este borde costero.
Directo del mar y la huerta a su plato
En Huape, Caleta de pescadores, distante sólo 9 km antes de llegar a nuestro destino, ya podemos hacer una grata primera parada. Se trata del Restorant Pesca Sur, donde con todo el cariño de sus dueñas (Agrupación de Mujeres Lafquen Mapu), podrás saborear los exquisitos y diversos frutos del mar y la fértil tierra de la costa valdiviana. Ello porque la carta, que en realidad no existe como tal, sino que depende de la disponibilidad de los productos; está basada sólo en los recursos locales, tal como cuenta la presidenta de la organización, Mariza Muñoz: «Nosotros les compramos los pescados y mariscos a los vecinos, incluso a los estudiantes que en vacaciones se dedican a mariscar y nos venden sus productos».
Característica que según Muñoz, el cliente agradece, «Nos ven a veces cuando vamos a buscar una lechuga al invernadero, o cuando nos llegan a vender el congrio, y eso lo valoran, ellos saben que lo que les estamos vendiendo es fresco y se fascinan, los niños se sacan fotos, incluso. Tratamos de conseguirlo todo por aquí, y evitar lo máximo posible ir a comprar a Valdivia».
Trabajadoras, que con una organización bastante horizontal, a punta de convicción y esfuerzo, rompiendo incluso con el típico rol casero de muchas mujeres rurales, han dedicado su tiempo para concretar este sueño que ya tiene 5 años de historia, como cuenta Angela Silva, tesorera de Lafquen Mapu «Al principio no fue fácil, porque nuestros esposos estaban acostumbrados de que estuviéramos en la casa… Pero ha sido enriquecedor para nosotras, descubrimos que éramos capaces de lograr otras cosas y de realizarnos como mujeres». A lo que Marisa Muñoz agrega, «Trabajamos mucho. Cuando yo lo vi terminado no lo podía creer, era como un sueño, yo lo veía desde mi casa y decía: pensar que eso es nuestro, y que lo logramos con nuestro esfuerzo y el apoyo de nuestros maridos«.
A precios bastante accesibles, con una vista privilegiada de los roqueríos donde rompe la incansable ola y con la frescura de la pesca recién caída en la red o el aroma del cilantro, la lechuga o el tomate, recién cosechados de la huerta, Pesca Sur espera cada fin de semana del verano a sus comensales.
Luego de degustar los sabores de Huape y admirar la gran panorámica del infinito horizonte desde el Pesca Sur, llamado así en honor al navío que hace unos años encalló, y dónde trabajaron distintas generaciones de pescadores del lugar, continuamos por la carretera que nos llevará a Chaihuín.
De todas formas, si ya se nos ha hecho tarde para emprender la retirada podemos alojar en esta misma caleta y disfrutar del apacible atardecer de Huape. En el mismo Pesca Sur otorgan información para hospedarse.
Retomando camino a Chaihuín, continuamos bordeando el mar, hasta que desde cierta altura logramos ver una extensa playa de arenas blancas, y la ancha desembocadura del río homónimo. Llegando hasta allí podemos, dependiendo de nuestros planes, buscar primero alojamiento, para luego conocer las diferentes atracciones de la zona.
Naturaleza que desborda…
Los dos atractivos naturales que primero nos saltan a la vista es el Parque Nacional Alerce Costero, que inaugurado hace tres años y administrado por la Conaf, cuenta con 13 mil has, donde se reúnen distintos hitos del patrimonio natural como lo es el Monumento Alerce Costero, la Reserva Nacional Valdivia, parte del fundo fiscal Quitaluto y el predio de 9 mil has donado por The Nature Conservancy (TNC). A este gran Parque se accede desde Chaihuín mismo, antes de cruzar el puente a mano izquierda (viniendo desde Corral) y luego de transitar 1 km.
Atravesando el gran, hermoso y tranquilo río Chaihuín, y justo luego de que termina el pavimento, nos encontramos con la Reserva del Alerce Costero 51 mil has, área protegida privada, propiedad de la ONG The Nature Conservancy, presente hace ya más de 10 años en la zona
Organización no gubernamental que dedicada a la conservación de la naturaleza a nivel mundial, adquirió los terrenos, justo en momentos en que miles de hectáreas de bosques milenarios de alerce eran arrasadas por el fuego y la tala para ser sustituidas por especies exóticas como el eucaliptus, materia prima de forestales y celulosas. Tildado por muchos como un crimen, esta matanza colectiva de alerces fue detenida para dar paso a su cuidado y conservación.
Guías turísticos mostrando su tierra
Sin dudas, este lugar de importancia biológica no sólo nacional, sino que internacional, alberga una infinidad de especies que en conjunto dan origen a una particular biodiversidad de flora y fauna autóctona y muchas veces endémica. Es aquí donde habitan especies en peligro de extinción, como el Chungungo, el Pudú y el Pidén Austral. Por esta, y muchas otras razones es que la Reserva del Alerce Costero, se vuelve un atractivo imperdible a la hora de visitar Chaihuín. En ella encontraremos alerces de miles de años que nos invitan a la evidente reflexión sobre nuestro papel en el planeta.
Así lo deja ver la Agrupación de Guías Turísticos de la Reserva, a los visitantes que llegan para conocer la sorprendente naturaleza del lugar. Son más de 5 años en que estos hombres de Chaihuín se han apropiado de su territorio, no sólo para mostrárselo a los turistas sino que también para realizar la debida valoración personal y social en la zona, sobre lo ricos que son en materia de patrimonio natural. «A medida que han pasado los años uno se va auto capacitando para dar un buen servicio y tener respuesta a las preguntas… Hay que saber de hongos, de aves, de árboles, y de historia local, es muy amplio el conocimiento, lo que hemos ido aprendiendo de a poco», según cuenta José Antillanca, miembro de esta asociación.
Una experiencia que a varios les cambió el rubro y el camino de sus vidas, antiguos trabajadores de forestales, otros dedicados exclusivamente a la pesca o artesanía, han hecho de esta labor, su principal fuente de ingreso, al menos en el verano.
Según describe Antillanca, los recorridos guiados que ofrecen son, por una parte; el Sendero de los Alerces. «Yo creo que el 80% va a los alerces, un trayecto largo de treking de 5 kilómetros, de los que 3 son por el bosque donde encontramos un alerce de 2500 años, con 50 mts de altura, y después de 15 min más de caminata vemos un bosque de 1500 años en promedio, son alrededor de 30 alerces de 40 mts de altura, es un bosque muy bonito». Paseo de 5 horas en que el turista no hace más que maravillarse del paisaje que ofrecen los alerzales de la Reserva Costera de la TNC. Una hora en vehículo, (17 kms) preferentemente, con doble tracción, para luego iniciar una caminata de tres horas por un sendero debidamente señalizado, y resguardando provocar el menor impacto posible sobre los habitantes naturales del lugar.
Por otra parte, se encuentra el Sendero de las Lagunas Gemelas, un viaje aventurero por naturaleza al que hay que ir dispuesto a caminar, ya que las condiciones actuales del camino no permiten finalizar en vehículo.
Por eso, es que estos guías prefieren advertir a los turistas, que si bien es un recorrido que con la debida información se puede hacer sin guía, a diferencia del Sendero de los Alerces que sí o sí se debe realizar guiado por un profesional de la agrupación, lo ideal es hacerlo también acompañados. Para iniciar el camino continuamos por la misma vía que nos llevó hasta Chaihuín, hacia el sur. «Son una de las pocas lagunas que están a nivel del mar, está también la Cueva de las Vulvas. Para ir puede pasar a la Reserva pedir información e ir sin guía, sin embargo el camino es muy malo y la gente que no sabe de las lagunas pasa de largo, o ve una planta que está dentro de las cuevas, la Valdivia Gayana, por ejemplo; que se está extinguiendo, pero si no conoce o va sin guía, le pasará desapercibida, osea no sabrá lo que está viendo», grafica el guía chaihuinense.
Según Antillanca, son cerca de 12 km los que debieran poder hacerse en vehículo. Luego de ello debemos caminar cerca de 9 para llegar a las lagunas Gemelas inmersas entre un espeso bosque y a unos cuantos metros del mar. Por ello es que esa distancia se debe caminar por la playa Colún, hasta cuando nos encontramos con la desembocadura del río homónimo y, si así preferimos, podemos acampar en un lugar destinado para ello. Pero ojo, decir aventurado no es exagerar, esto ya que como cuenta el guía turístico José Antillanca, en este bello y deshabitado lugar no existen servicios, ni señal de celular, por lo que es primordial antes de emprender tal excursión avisar sin falta, en la caseta de la Reserva.
De vuelta a Chaihuín
Como ves, literalmente un mar de actividades son las que puedes hacer si visitas Chaihuín; kayac, pesca, navegación, y bañarte en las tibias aguas de su río; conocer las dunas, la extensa playa, o los llamados Colmillos de Chaihuín, grandes rocas que a metros de la arena emergen desde el mar; admirarte con los alerces recorriendo, junto a los guías locales, su Parque Nacional y Reserva Costera, visitar las diferentes caletas y playas aledañas, además de por supuesto deleitarte con su rica gastronomía… Un viaje que te aseguramos querrás repetir.
Por Natalie Gilbert