En 1850 llegó al puerto de Corral el Velero Hermann, el cual traía 85 pasajeros con el fin de colonizar el sur de Chile, pero también con la misión de mantener sus tradiciones.
El 18 de noviembre de 1845 se aprobó la Ley de Colonización, instancia legal que permitió poner en marcha un proyecto del gobierno para la incorporación definitiva de las tierras al sur de Toltén. Para llevarlo a cabo, se encomendó en Alemania a, Bernardo E. Philippi, la labor de reclutar a posibles migrantes. El 25 de agosto de 1846, comenzó para Valdivia el proceso de colonización con la llegada de nueve familias a Corral en el barco bergantín Catalina. Posteriormente (1850), fue aumentando la llegada de colonos, esta vez en el barco, bergantín Hermann, el cual estaba al mando del Capitán Simonsen.
Los migrantes no sólo tenían que tener las ganas de colonizar la tierra, sino que además debían poseer conocimientos industriales para iniciar el desarrollo de la zona sur a partir del polo valdiviano. Uno de los tripulantes más destacados, fue el farmacéutico Carlos Anwandter.
¿Quiénes eran los pasajeros del Hermann?
Caracterizados por Omar Busch Portales, en el texto «Crónicas Valdivianas»: «esta carga humana era un elemento de calidad por su origen, cultura, preparación y adinerado que después fueron la elite de la colonia tanto en Valdivia como en el resto del país» (Busch, 1973: pág. 31).
Al leer el texto, Recuerdos del Pasado del autor Vicente Pérez Rosales, plantea que: «En estas circunstancias vino a sacar al soñoliento Valdivia de su natural apatía, la noticia de haber llegado al Corral, procedente de Hamburgo, la barca Hermann, después de 120 días de navegación, conduciendo a bordo a 85 pasajeros: 70 hombres, 10 mujeres i 5 niños» (Pérez Rosales, 1886: pág.326).
Pérez Rosales, explica que el 15 de noviembre se dirigió a Corral para dar el recibimiento a los recién llegados y el día 17 estando él en Valdivia, recibió la solicitud de una reunión con un grupo de representantes. En esa ocasión, los colonos ya consultaba materias como la situación de los luteranos, temas de propiedad y ciudadanía. Ello dejaba en evidencia que los recién llegados no sólo venían a habitar las tierras, sino que los acompañaba un claro proyecto para desarrollarlas. Carlos Anwandter, en su calidad de vocero, enunció aquel juramento que se hizo parte e icono del proceso: «Seremos chilenos honrados i laboriosos como el que más lo fuere. Unidos a las filas de nuestros nuevos compatriotas, defenderemos nuestro país adoptivo contra toda agresión extranjera con la decisión i la firmeza del hombre que defiende su patria, a su familia i a sus intereses» (Pérez Rosales, 1886: pág. 329).
Tras ello, comenzaron a fundar diversos organismos tanto de carácter industrial como social. Por ejemplo, la Escuela Alemana, las Compañías de Bomberos, Orquestas, Clubes Sociales y Deportivos. Todos ellos con la misma finalidad, mantener y difundir las tradiciones de los migrantes. Sin lugar a dudas, tras noviembre de 1850 Valdivia ya no sería la misma.