Siempre mi amigo Arturo me pareció raro, y es que él todas las semanas buscaba arcilla en las rocas de la playa de Niebla y la guardaba en una cajita para usarla como dentífrico. En mi completa ignorancia lo llamaba “Hippie” y le decía que se iba a deshacer los dientes si seguía así. Años más tarde me sorprende, todavía no se le caen los dientes y a diferencia de muchos mortales sus dientes brillan con un blanco resplandor.
Y es que muy poco sabemos acerca de los elementos que día a día nos acompañan en nuestros momentos de higiene, poco sabemos del contenido de las pastas de dientes y jabones que utilizamos, que incluso, en algunos casos, más que beneficios podrían traernos consecuencias negativas.
Dentro de esta gama de productos aparecen alternativas “saludables” y naturales como Emiantu Creaciones. Ellos son un grupo de “seres” como ellos mismos se denominan, que desde hace ya varios meses vienen investigando y acercándose al mundo de los ingredientes naturales que nos pueden servir para el cuidado y la higiene diaria. Dani, Pirincho y Emi son la mente maestra detrás de una serie de productos que van desde jabones hasta bálsamos labiales con hierbas naturales.
Tal como explica Pirincho “Nosotros hacemos una reflexión crítica en torno a lo que nos metemos en el cuerpo, lo que quieren que nos metamos, y el cómo se fabrican los productos industriales de lo que llaman “salud”, en este sentido, hemos aprendido de a poco a fabricar ciertos elementos que cotidianamente usamos”
Más que un emprendimiento como ellos mismos explican, lo que quieren es ofrecer una alternativa amigable con el medio ambiente y con los demás seres que habitan nuestro planeta. “Esto partió para nosotras/os y nuestro hijo, el deseo de usar cosas hechas por nosotras/os con materiales que sean realmente saludables y medicinales, materias primas vegetales y utilizando hierbas medicinales recogidas por nosotras/os mismas/os, para construir nuestra salud en lo físico como en lo espiritual” explicó Pirincho.
Con productos destinados a quién quiera experimentar con una fuente saludable de elementos integrados en sus envases, Emiantu ofrece desodorantes, pastas de dientes herbales, bálsamos labiales, tónicos faciales, cremas medicinales, aceites para masajes, y anuncian que pronto se vendrán más creaciones.
Tal como nos cuenta uno de sus creadores “Tratamos de vender lo más barato posible según las materias primas que usamos, que de por si son caras, para que esta alternativa pueda llegar a la mayor cantidad de gente posible, pero por el momento lo más caro que vendemos es a 5 mil pesos que es lo que vale una crema de 100gr”.
Si usted se pregunta cuáles son los ingredientes de Emiantu Creaciones, entonces ponga atención. Dentro de sus principales elementos están la manteca de karité, manteca de cacao, aceite de coco y opcionalmente cera de abeja, todos productos muy buenos para la piel según aseguran ellos y la ciencia lo ha comprobado. También se utilizan ingredientes como aceite de almendras, por ejemplo, para la maceración de hierbas, las que se usan en cremas y bálsamos labiales.
¿Y la venta?, bueno la venta y producción se realiza en casa “Vamos de a poco fabricando, según cómo va el día, en la casa principalmente, según los pedidos semanales que tengamos. Nuestras creaciones transportan un mensaje reflexivo, y eso es lo que esperamos que les llegue, nos han hecho buenos comentarios las personas que han utilizado nuestros productos” comentó Pirincho.
Emiantu Creaciones por el momento distribuye sus productos a través de Internet, se pueden encontrar en Facebook como Emiantu Creaciones para comunicarse con ellos y hacer sus pedidos a través de esa red social.
Dentro de los planes que tienen a futuro están integradas otras alternativas de salud naturales y amigables con el entorno, “Pronto se vienen masajes hindú de Emiantu Creaciones y así…pero la idea es que cada una/o se haga sus propias cosas para utilizar en sus cuerpos y podamos compartir, trocar, y que no sea necesario tener que vender y utilizar el dinero para sostenernos” señaló para finalizar Pirincho.
Por Rocio Oyarzún