En Chile, las ciudades más importantes, en su mayoría fundaciones españolas, responden a un patrón común: una plaza central y cuadras que se extienden hacia la periferia de forma ordenada. ¿Por qué será Valdivia una de las pocas que no sigue esta lógica? Una superficie naturalmente irregular, un crecimiento inicial a partir de una edificación limitada por accidentes geográficos, y una silenciosa muralla que protegía a la ciudad en antaño; podrían ser la respuesta.
Como muchos saben la historia de la capital de Los Ríos, nace desde hace varios siglos atrás. Los primeros asentamientos en la rivera del río, que hoy conocemos con el nombre de Calle – Calle, corresponden a pueblos originarios que habitaron la zona, llamada por ellos como los nueve ríos o Aynilebu.
Cientos de años después, ante la importancia estratégica de la ubicación de este alihuén indígena, además del interés de los españoles por encontrar oro, es fundada, en 1552, la ciudad con el nombre de Santa María La Blanca de Valdivia.
Las amenazas sobre la incipiente urbe eran muchas. Naturales; como el terremoto y maremoto fechado en 1575, levantamientos indígenas; como el protagonizado en 1599 por los toquis Aganamón, Paillamachu y Pelantaro; y la presencia de los piratas holandeses que acechaban la costa de la ciudad, que para 1602 ya había sido repoblada en varias oportunidades, y a la cual le quedaba sortear aún muchas más ocupaciones, destrucciones y refundaciones.
En esta insistencia de la realeza española por situarse en la curva del río Ainil, es que, a través del tiempo se van construyendo y reconstruyendo diferentes hitos arquitectónicos para salvaguardar la instalación de los gobiernos extranjeros.
Muchas de esas construcciones aún continúan estoicas en lo que es hoy la actual Valdivia. Los fuertes y castillos de Mancera, de Corral, y de Niebla son la muestra viva de cómo los españoles gastaron tiempo, dinero e incluso vidas de sus propios soldados, para perpetuar su poder en una ubicación tan estratégica. Todo ello junto a las pérdidas humanas que le costó al pueblo originario que su territorio fuera invadido.
En Valdivia urbano las huellas también están presentes, no sólo por la figura del Torreón El Canelo, y el Torreón Del Barro, sino que también en la propia estructura de la ciudad, la disposición de sus calles, sus interconexiones y su cotidianeidad; que continúa tejiéndose a en torno a las aguas del río que conecta la selva valdiviana con las corrientes del Océano Pacífico.
El muro de Duce y sus orígenes
Sin embargo, también existen vestigios invisibles a los ojos de la ciudad, sus habitantes y visitantes. Uno de ellos, y que hasta ahora sólo guardaba su historia en libros y registros antiguos, es el llamado Muro de Duce.
Construido en el año 1780 por Antonio de Duce, un destacado arquitecto e ingeniero de la época, pretendió ser una barrera infranqueable para potenciales invasores. Una obra de varios kilómetros de extensión que atravesaba la Valdivia antigua, entre ambos torreones. Estructura, que en su parte superior era de la anchura necesaria para que los vigilantes hicieran su trabajo; construida en distintos materiales y que incluso, contaba con canalizaciones para evacuar los cursos naturales de agua.
Muro que con el pasar de los años, al no ser conservado y ante el creciente aumento de la población, y la expansión de los límites que tenía la ciudad para ése entonces, sobre todo siglos después; luego de la llegada de los colonos alemanes, en 1850, fue desapareciendo paulatinamente, dejando a su haber una huella en la estructura urbana valdiviana.
Actualmente, a pesar de que no existe una investigación formal acerca de la existencia material de alguna ruina del Muro de Duce, según Ricardo Mendoza, director del Museo de Sitio Castillo de Niebla, las huellas llegan a ser mucho más que un trozo de material que pudiese quedar rezagado del paso del tiempo, ya que es la propia distribución del casco histórico de Valdivia, la muestra fiel de su importancia en el pasado y presente; “Es la explicación histórica de cómo se ha ido conformando el casco céntrico de la ciudad… Porque a diferencia de la mayoría de las ciudades chilenas, por lo menos de sus zonas fundacionales, no fue establecida mediante el diseño clásico español; acá las condiciones del lugar eran especialmente impositivas, ya que se trataba de una topografía muy fragmentada”.
Lo que según Mendoza forjó el establecimiento de la ciudad antigua y que hasta hoy marca pauta en la urbe actual, “En vez de construir un muro perfectamente geométrico, Duce aprovechó la misma topografía natural, por eso la sinuosidad de su trazado, ya que lo que se hizo justamente fue seguir los taludes de las zonas altas del centro”.
Reconociendo El Muro de Duce en Valdivia actual.
La obra de 1780 sale a flote en pleno siglo XXI gracias al interés de la Agencia de Comunicaciones y Cooperativa de Trabajo ACÁ, compuesta por profesionales del área audiovisual y diseño, quienes a principios del 2011 materializan su interés por rescatar un pasaje poco conocido en la extensa vida de la urbe valdiviana, para iniciar en 2012 el proyecto “Intervención Urbana Cerco Duce 1780”, hoy aún en desarrollo.
Sin pretender definir el trazado exacto del muro, sí se disponen a entregar en la calle misma, los antecedentes históricos conocidos a la fecha para además; demarcar una Zona Cerco Duce, a través de la pintura de círculos rojos, que ya se pueden ver en algunas calles como Pérez Rosales, Yerbas Buenas, y Picarte, entre otras. Según Felipe Araya, socio director de esta agencia valdiviana, la idea de revivir este patrimonio histórico nació, “A propósito de una estadía por mi especialización en Barcelona sobre Diseño e Intervención en Espacios Públicos; donde pude conocer e interactuar muy cerca con los creadores de intervenciones en estos espacios, quienes trabajaban con temáticas locales, y con proyectos que articulaban junto con la ciudadanía”.
Posteriormente, al regresar a Valdivia, en 2008, se dio cuenta de la necesidad de generar una puesta en valor del patrimonio de la ciudad: “Al ver el considerable crecimiento que experimentaba la ciudad al ser declarada capital de la nueva región, observé un fenómeno y con ello la urgencia de tomar conciencia colectiva, tanto ciudadana como institucional, del valor histórico de nuestro centro urbano, con sus casi 500 años de antigüedad”.
Según Ricardo Mendoza, asesor del proyecto; es especialmente importante la “Intervención Urbana Cerco Duce 1780” de ACÁ Comunicaciones, ya que de alguna manera impulsa a la valoración de lo que fue la Valdivia histórica. “El proyecto tiene el valor de poner una marca efectiva en el territorio, que diga éste fue un primer límite fundacional de la ciudad”.
En palabras de Araya, un área céntrica que posee un valor histórico que alcanza ya casi medio siglo, y que se puede apreciar en los materiales arqueológicos que aparecen de vez en cuando se demuele y excava algún terreno para emplazar una nueva construcción: “Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la instalación del casino en 2008 y del nuevo edificio de la Contraloría en 2012. Se podría decir que en esta área céntrica, como también en otras, levantas una piedra y aparece otra que alguien puso ahí mucho antes”.
Contexto en el cual según Araya, cobra especial sentido la tarea de demarcar el Muro o Cerca de Duce para, no sólo, difundir uno de los rasgos identitarios, históricos y urbanos de Valdivia sino que también: “Algo aún más importante y valioso: dar cuenta que dentro de este Cerco estaría contenido el Centro Histórico de Valdivia. Contenido presente, por ejemplo, en la traza urbana céntrica, antiguas manzanas, vestigios de obras arquitectónicas, recursos paisajísticos, materiales arqueológicos y un largo etcétera por descubrir”, puntualiza.
Luego de haber conformado el equipo y formulado el proyecto “Intervención Urbana Cerco Duce 1780” fue postulado y adjudicado por Fondart 2012, se recopilaron y estudiaron los antecedentes disponibles a la fecha sobre el Cerco Duce, con la asesoría de Ricardo Mendoza. Posteriormente, prosiguió el diseño formal de la intervención, como las características técnicas de la señal a pintar (largo, forma, color), los espacios a intervenir, las calles, etc. Ello, en base a la elaboración de maquetas físicas y digitales para cada punto de intervención.
El proyecto fue sociabilizado, en un trabajo de meses, con profesionales de distintas áreas académicas, como la Dirección Museológica de la Universidad Austral de Chile, y su Escuela de Arquitectura, entre otras. Además, el equipo ACÁ destaca la participación del conocido historiador y arquitecto valdiviano, el padre Gabriel Guarda, a quien visitaron en el Monasterio de Los Benedictinos en Santiago, donde reside actualmente, “Se hacía indispensable contar con su visión y sugerencias respecto de esta intervención que ya tomaba forma. La conversación con él fue muy fructífera para el proyecto”, comenta Araya.
Finalmente, el proyecto que busca sacar del pasado a un hito arquitectónico tan importante como éste se transforma en un rescate que no sólo intenta valorizar la historia de Valdivia, si no que, a la vez, abre la discusión sobre la identidad de la urbe, y de sus habitantes para con su entorno. Y por qué no decirlo; siembra la inquietud sobre la necesidad de una normalización formal de los sectores patrimoniales, para ser conservados y valorados como tales.
Más info en: www.acacooperativa.com
Por Natalie Gilbert