Al caminar por las calles de nuestra ciudad no es difícil encontrarse con múltiples áreas verdes, que no sólo amenizan el paisaje urbano, sino que nos otorgan la sensación de cercanía con la naturaleza, y que sin duda, nos abstraen de la rutina.
De estos sitios en que existen suelo desnudo, y una vegetación heterogénea, llamados también como insfraestructura verde, se diferencian las denominadas reservas naturales, donde a su vez podemos encontrar parques públicos, privados, además de los humedales.
En Valdivia, ejemplos hay muchos; tenemos parques como el Santa Inés y Saval ubicados en la Isla Teja, el Parque Harnecker, a un costado del coliseo municipal, el Parque y quebrada Huacho Copihue, entre avenida Francia, y calle Simpson, el Humedal Angachilla, el Miraflores, o los Conquistadores, entre otros. Reservas naturales que en su gran mayoría cuentan con un acceso gratuito, o en el menor de los casos, a un bajo costo.
Desde muchos puntos de vista, vivir en Valdivia es un privilegio. Uno de ellos es el paisaje que nos caracteriza. Gracias a su geografía y ubicación, tenemos la suerte de rodearnos de bosque nativo, humedales y reservas naturales que en conjunto aportan una rica flora y fauna, muchas veces nativa, que convive con nosotros y nuestra cotidianeidad.
Y es que en nuestra ciudad, según la bióloga y docente del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Universidad Austral de Chile, Olga Barbosa; existen alrededor de 560 hectáreas de áreas verdes urbanas, de las cuales un 79% corresponden a áreas no formales, es decir, que no son parques, ni plazas; sino que en su gran mayoría son humedales.
Servicios ecosistémicos
La importancia de la conservación de las áreas verdes y su biodiversidad, radica en múltiples factores. Uno de ellos son los servicios ecosistémicos, los que se definen básicamente como aquellos beneficios concretos que otorgan ciertos ecosistemas a su medio.
Uno de estos servicios y que está directamente relacionado con las características climáticas de nuestra zona es la mitigación de inundaciones. Aspecto vital cuando nos referimos a las áreas inmersas en ciudades, ya que pueden regular el nivel de escurrimiento de las aguas lluvias, funcionando como verdaderas esponjas. Proceso al que le sigue la evapotranspiración, lo que a su vez genera regulación de la temperatura, ya que una cantidad de esa agua absorbida es transpirada por el suelo y la vegetación, que la devuelve al ambiente en estado gaseoso.
Otro importante servicio ecosistémico de las áreas verdes en general, y sobre todo de los bosques; es la captación de carbono, lo que ayuda a evitar la gran acumulación de gases de invernadero proveniente de la quema de combustibles fósiles como el petróleo o la bencina utilizados, por ejemplo, para el transporte vehicular. “Una manera de reducir la emisión de gases de invernadero, es mantener mayor vegetación que capture ese CO2. Esta infraestructura verde, no sólo tiene árboles, también herbáceas, o arbustos perennes que están constantemente acumulando carbono” agrega Barbosa.
El aporte de estas áreas no sólo es ecológico sino que también social, ya que desde el punto de vista estético son atractivos turísticos y recreativos tanto para los habitantes de la ciudad como para visitantes. Punto en que, según los calculos de los investigadores valdivianos, somos aún más afortunados.
“Si consideramos sólo los espacios que la municipalidad provee, las plazas, los parques, los veredones; en Valdivia hay alrededor de 10 metros cuadrados por persona, ahora si agregamos todo el resto de infraestructura verde, llegamos a tener 50 mts2 por persona”, puntualiza Barbosa. Cifra que es altamente superior a la recomendada por la Organización Mundial de la Salud, OMS; de entre 8 a 9 mts2 por habitante.
Conservación: Un trabajo en conjunto.
Con gran cantidad de espacios verdes urbanos podríamos decir que toda la población valdiviana tiene la posibilidad de acceder a ellos, sin embargo, existe una diferencia: la calidad y estado de cada uno, ya que hay muchos, sobre todo reservas y áreas naturales más alejadas del centro de la ciudad, que a pesar de la organización de sus vecinos, por mantenerlos libres de contaminación, son afectados por personas inescrupulosas que suelen botar basura, destruir bancas o rayar letreros, a pesar de las advertencias. Problema en que la educación ambiental es parte fundamental de la solución.
Para lograr la recuperación, el cuidado y conservación de estos espacios verdes, el camino está lleno de desafíos. En este sentido, es que actualmente se desarrolla un serio trabajo desde distintas organizaciones sociales, instituciones públicas y académicas.
Uno de ellos es el Proyecto Fondecyt: “Disminución de disponibilidad de espacios verdes ante un escenario de urbanización” que dirigido por la Dra Olga Barbosa del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Universidad Austral de Chile, investiga las características de estas importantes áreas. Lo que implica que en un futuro cercano contemos con mayor información, por ejemplo sobre la distribución de estos espacios verdes, la diversidad de la avifauna que habita en ellos, la dinámica del ciclo hidrológico, su disponibilidad y valor recreacional, así como también los aspectos técnicos para desarrollar modelos digitales que permitan la comparación y asociación de resultados.
Por otra parte, una organización que ha potenciado fuertemente la difusión de estas áreas es Biósfera, quienes a partir de diversas actividades, y la elaboración de un sitio web, han sociabilizado el concepto de Reservas Naturales Urbanas, entregando a la ciudadanía; sus ubicaciones y principales características.
Una tercera iniciativa es la creación, hace unos meses, de la Mesa Regional de Humedales, que compuesta de distintas agrupaciones, científicos y servicios públicos; forma parte muy importante en este camino por la revalorización de las áreas verdes en general y de los humedales, en particular.
Recorrido en el que no puede estar ausente el factor social, o la conciencia de la población. Ya que somos los valdivianos, en conjunto, quienes al re-significar estos espacios naturales y su adecuada apropiación, contribuiremos a su real conservación. Para que así, la vorágine en el aumento, por ejemplo del parque automotriz, o de las construcciones habitacionales, no ocupe de paso estos vitales espacios, sino que continúen siendo para nosotros y las generaciones venideras una de las ventajas más destacadas de vivir en Valdivia.