Desde el Lago Ranco al Océano Pacífico un hito geográfico marca el desarrollo de una provincia, invade selvas vírgenes, nutre la tierra y complace el verano sureño. Es el río Bueno, que en su extensión entrega vida y una que otra sorpresa al visitante.
Una gran hoya hidrográfica de nuestra región es el río Bueno. Curso fluvial que sostiene el trabajo agrícola de la Provincia del Ranco y recibe tributo de los ríos Pilmaiquén, Llollelhue y Rahue, y que, seguramente, pasa inadvertido ante la magnificencia de Valdivia y su rico entorno fluvial.
La historia menciona que un desarrollo importante de la industria debe su vitalidad al río Bueno. Fue así como la generación de empleos y una imagen de zona pujante marcó la segunda mitad del siglo XVIII y gran parte del siglo XX, cuando el río Llollelhue era fuente de generación eléctrica para las industrias del sector.
En términos arquitectónicos, y más cercano a lo urbano, el punto que marca una referencia para los visitantes y también para sus habitantes es el reconocido puente Carlos Ibáñez del Campo. Construido en 1927 y con notable tránsito a cualquier hora del día, el conocido viaducto representa un momento de la historia de la comuna, cuando emergió el desarrollo industrial y se consolidó la agricultura riobuenina. Fue allí que el puente dio un sello característico a este lugar, ya marcado por el Fuerte San José de Alcudia que silenciosamente observa el torrente de sus aguas transparentes.
Hoy dicha estructura será reemplazada por una más moderna, que permita satisfacer las necesidades de transporte de la comunidad, sumando una inversión de 10 mil 200 millones de pesos.
Más al sur, en Cocule, el río Bueno ve cómo una importante estructura de metal atraviesa su natural recorrido. Es el puente ferroviario que con su característico color amarillo espera silente algo de actividad, mientras impacta gratamente en el entorno de árboles verdes y tierras fértiles.
En su extensión de 130 kilómetros, el río Bueno logra impactar el desarrollo de una provincia completa. Hecho comprobable en predios agrícolas que viven de su impacto en las actividades, el aporte que entrega al turismo de la zona del Ranco y la fuerza histórica que representa, al entregar su nombre a la cabecera comunal. De ello habla la historia, un pasado que no puede cuestionarse a la hora de priorizar proyectos.
Por Pablo Delgado