El terremoto del 60, registrado en los anales de la historia mundial como el de mayor intensidad con 9,5° Richter, dejó en su desolador paso por más de mil kilómetros del sur de Chile y por la Región de Los Ríos, en particular, un sin número de historias y tragedias. Una de ellas es la del vapor Canelos, el que hasta hoy asoma un trozo de su historia sobre la superficie del Estuario Valdivia, como una de las tantas huellas imborrables del gran cataclismo.
El Canelos, vapor que en ése entonces era propiedad de la Naviera «Haverbeck & Skalweit», había llegado el 16 de mayo al Puerto de Corral, a la espera de recibir una carga de madera, harina y surtidos que debían trasladarse hacia el norte. Información que consta en la declaración del capitán del Canelos, Ernesto Lavarello, contenida en el documento de protesta por los daños sufridos en su carga, frente a la compañía de seguros del navío.
Mismo documento donde Lavarello efectúa un relato de lo vivido por el Canelos y su tripulación luego del terremoto y tsunami, «Siendo las 15:12 hrs (del 22 de mayo de 1960) se sienten en el puerto violentos movimientos, ante lo cuál y en previsión se ordena al tercer ingeniero Señor Luis Guzmán Sepúlveda, quien se encontraba de guardia de Puerto alistar máquina». Así comienza la descripción que según cuenta el documento, pertenecen a la sucesión «cronológica y escueta» de hechos anotados en la bitácora de la nave del día 22 de mayo.
Luego del movimiento telúrico, y de una creciente anormal de la marea, es que dicha bitácora relata que siendo las 15:30 hrs «…Subiendo su nivel y alcanzando a cubrir muelles y calles adyacentes, se ordena atención a la máquina y considerando la fuerte corriente de flujo se alista el buque para abandonar el puerto y se procede a lanzar lanchas al costado y trincar maniobra de cubierta».
Posteriormente, según consta en aquella bitácora, entre las 15:50 y pasadas las 17 hrs, el vapor Canelos será azotado una y otra vez entre las grandes tres olas mayores del Tsunami, y las constantes recogidas del mar de hasta 800 metros:
«17:10: Violentas marejadas con olas de 10 mts de altura revientan sobre la cubierta de botes, puente, alcanzando hasta la chimenea, recibiéndose los impactos…
17:15: Buque recibe violentos golpes de mar por la popa que lo arrastra a gran velocidad al interior de la bahía de Corral, pasando por encima del Banco Las Tres Hermanas.
17:25 Buque pasa sobre los espigones de Niebla y se experimentan fuertes choques y golpes del casco sobre las piedras.
17:40: Debido a la intensa corriente el vapor es arrastrado al interior del Río Valdivia».
Intenso relato de casi tres horas de lucha y aguante del vapor Canelos y su tripulación en contra de la inmensa fuerza que se apoderaba de la costa corraleña y valdiviana hasta que la gran máquina vara en el sitio denominado Tres Espinos – «escorándose 23° sobre estribor» y se decide, finalmente, a las 18 hrs – «Arriar bote salvavidas de babor».
Mismo navío, cuya cubierta podía verse claramente, durante la década de los 80, y que fue declarado como monumento histórico en el año 2010, es el que hoy cada vez más sumergido, soportando el gran peso del pasar del tiempo, tras 53 años, sólo deja ver parte de su mástil, uniéndose al paisaje del Estuario que lo vio varar.
Esquina Casa Shüller, Valdivia (Cecs por paseo peatonal Libertad)
(Museo de Archivo 1960 Valdivia)
Falucho, Altos Hornos Corral (Museo de Archivo 1960 Valdivia)
Otro barco cuya travesía también ha quedado en la historia, pero que según Luis Carvajal, Guía del Museo Archivo 1960 de Valdivia, no era propiedad de la naviera «Haverbeck & Skalweit», sino que arrendado por la empresa fue el Santiago, «Es el que queda varado en Isla Mocha, ése se salvó del naufragio en Corral, y todavía está ahí, aún quedan restos, incluso a ése lugar los mochanos le llaman Santiago».
Embarcación cuya carga, fue rescatada en lo posible por el capitán, la tripulación y los loberos de la Isla, quedando herramientas, motores eléctricos, maquinarias que después son sacadas por los lugareños. «La historia del Santiago cuenta que ellos parten el 23 de mayo desde Corral a Valparaíso, quedando varados en Isla Mocha, que estaba bajo un manto de tiniebla, de bruma, de hecho los informes que entregan los aviones que sobrevuela la Mocha, dicen que la Isla había desaparecido, que se veía sólo una neblina».
Según Carvajal, los habitantes de la Isla se encontraban aglomerados en un funeral en el sector llamado la hacienda ,cuando la noche del 23 sienten un gran ruido, «Algo así como un zumbido, y se asustan, además ven unas luces entre la neblina… Los más valientes subieron a sus caballos y fueron a la costa, hasta que se encuentran con el barco. Al otro día fueron a rescatar al capitán y su tripulación, quienes estuvieron viviendo varios meses en la Isla».
Así mismo, la historia cuenta sobre el barco Carlos, que según Carvajal sufrió al igual que el Canelo, la envestida del mar en Corral, «Ése se hundió en Corral, quedó varado en la trial, que es una piedra que está semisumergida frente a Caleta Amargos… Al recogerse el mar la proa del barco quedó sobre la roca y la popa quedó sobre los roqueríos del fondo, y ahí se le averió el timón… Finalmente quedó hundido frente al Pino huacho que está camino a Amargos, que tiene una virgen, donde está el muelle de la chipiera, allí hay una boya que indica que el barco permanece en ése lugar sumergido, hasta hace algunos años aún se veía su proa», grafica.
Barco cuyo 3er. Piloto, Eduardo Soto Ulloa que estaba a cargo de la nave, salvó su vida luego de una impresionante experiencia, tal como relata la publicación El Maremoto del 22 de Mayo de 1960 en las Costas de Chile, del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile, en su 2ª Edición, del año 2000: «…El agua ya había bajado tanto alrededor del «Carlos Haverbeck» que pudo caminar por el fondo. Su esperanza era poder llegar hasta la hélice para tomarse de ella y evitar ser arrastrado. No pudo lograr su propósito pues la corriente era demasiado fuerte, pero vio cómo las aspas de la hélice estaban dobladas y la cadena de la boya enredada en ella. La corriente de vaciante lo arrastró mar afuera. Sus recuerdos no son muy claros. Se golpeó muchas veces en diferentes partes del cuerpo. El salvavidas que llevaba puesto lo salvó de morir ahogado… Volvió en sí en un lugar del río Valdivia llamado Cancahual, aproximadamente a 4 millas de la desembocadura donde fue recogido alrededor de las 20.00 horas por los habitantes del lugar. Tenía el cráneo fracturado y una o dos costillas quebradas. En Cancahual permaneció desde el domingo hasta el viernes cuando fue llevado a Valdivia, recibiendo recién entonces la primera atención médica».
Luego de aquellos impensados destinos para los navíos Canelos y Carlos, la naviera Haverbeck decide venderlos, «Ya buzos de Corral los habían desmantelado, loza, menaje, cobre, todo lo que había quedado adentro… Tiempo después vinieron los chinos, que los habían comprado, a sacar lo que pudieran en cuanto a fierros, si usted se fija; hoy al Canelo se le ve sólo la estructura, como un esqueleto».
Relatos, desgracias, y vivencias sorprendentes, que originadas por el destructor terremoto y tsunami de 1960, sobreviven hasta hoy siendo parte importante del Patrimonio Histórico de la Región de Los Ríos e incluso del mundo.
Por Natalie Gilbert
SUper interesante el reportaje, felicitaciones!