Está ahí. Latente. Sin embargo, muchos no hacemos el ejercicio de detenernos a mirarla, ni a cuestionarla. Es la violencia en contra de la mujer, que actúa a vista y paciencia de todo el mundo, pero que es reconocida como tal sólo en una porción.  Según la Ley 20.066 es violencia en contra de la mujer aquella que se da en el ámbito doméstico, es decir, que legalmente sólo se reconoce la Violencia Intra Familiar, VIF, que puede llegar a darse física, sicológica y emocionalmente, desde padres, hermanos o parejas (cónyuges o convivientes) de la víctima.

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Sin embargo, esta dura realidad es mucho más que aquello. No sólo el puño de un hombre, en la intimidad del hogar, es el que golpea a la mujer. Lo hacen también, la economía, o la política, entre otros, lo que en suma radica en diferentes tipos de violencia, además de las ya mencionadas: simbólica, sexual, etc. Y no desde ahora, sino que desde siempre.

La sociedad moderna, continúa siendo un modelo patriarcal, como hace siglos, pero  bajo otros códigos, donde el hombre, como sujeto social y político dominante, sigue siendo la figura proveedora del patrimonio familiar. A pesar de que la construcción social del concepto de familia ha mutado bastante, en el consciente o inconsciente colectivo, las relaciones de poder continúan relegadas a la supremacía del hombre frente a la mujer. Modelo que es validado en todos los aspectos del mundo de la vida social, a través de la política, los medios de comunicación, las leyes, la justicia, etc.

De ahí la relevancia de contextualizar la situación de violencia en contra de la mujer, según expone Debbie Guerra, académica de la Universidad Austral de Chile e integrante de la Red de Mujeres de Valdivia, que hace años reúne distintos colectivos preocupados del tema, además de grupos feministas de la ciudad; «Hay que entender que la violencia en contra de la mujer se da en un contexto de subyugación de lo femenino ante lo masculino».

Así mismo, Ann Hunter, actual directora del Sernam Regional Los Ríos, señala que el problema tiene fuertes raíces en la discriminación de género, «el tema se sostiene en la necesidad urgente de un cambio cultural, y de entender que todo tipo de violencia, en todas sus formas, debe ser condenada y rechazada por la ciudadanía. Lamentablemente, aún existe una fuerte discriminación de género, la que promueve se ejerza violencia en contra de las mujeres por el sólo hecho de serlo. Existe además una intencionalidad de castigar o someter a la mujer cuando ésta no actúa de acuerdo a los roles sociales esperados o a la construcción de género tradicional».

Según el estudio Violencia Hacia las Mujeres. Región de Los Ríos, realizado en 2009 y publicado en 2011, las cifras de denuncia en la región fueron de 63 y 60 para los años 2007 y 2008, respectivamente, teniendo en cuenta que el total nacional es 2.481 y 2.570, para ambos periodos consecutivos. A lo que Debbie Guerra comenta, «Hay varios factores que confluyen en los números con respecto a las cifras de denuncia, como los problemas de registro, la falta de empoderamiento de las mujeres, entre otras.

Según Guerra, parte de la solución se relaciona con mayor inversión estatal, «Mientras la Ley VIF no cuente con un presupuesto propio, las medidas van a ser insuficientes en términos de prevención y de sanción, y eso incumple los Tratados Internacionales que Chile ha ratificado en torno al tema de la violencia, especialmente en la Convención de Belén Dopara».

En el aspecto legal, la Ley VIF, tiene como objeto prevenir, sancionar y erradicar la violencia intrafamiliar y otorgar protección a las víctimas de la misma. Mientras que el Estado debe garantizar la vida, integridad personal y seguridad de los miembros de la familia.  A la vez, que el Sernam es la entidad encargada de proponer las políticas públicas, en coordinación con otros organismos públicos o privados, para formular un plan nacional de acción.

Cada Sernam regional, con respecto a sus funciones en esta área, se encarga de dirigir los Centros de la Mujer, y las Casas de Acogida. Según Ann Hunter, durante este año ya son 622 las mujeres que han ingresado a los Centros de la Mujer, «Esto considerando que hay 4 centros y 1 casa de acogida. En relación a la casa de acogida, se han realizado 16 ingresos 4 pre-ingresos, 7 arrastres lo que suma un total de 27 mujeres y 18 niños y niñas para su protección, al 30 de octubre de 2013».

En este aspecto, los centros de la mujer atienden a víctimas de violencia grave y menos grave, en donde según Hunter, se les entrega  «Espacios de contención y estabilización emocional para fortalecer las capacidades personales y enfrentar el problema del que son objeto». Dependiendo de cada víctima, dicha  atención, que es ambulatoria, puede ser individual y/o grupal, para lo cual son evaluadas por un equipo de distintos profesionales como una trabajadora social,  sicóloga y abogada.

En la otra vereda, la casa de acogida tiene como principal objetivo entregar protección a las mujeres sus hijos e hijas, que sufren VIF,  y que se encuentran en riesgo vital. Por razones evidentes la ubicación física es de carácter reservada, mientras que su ingreso se realiza con una evaluación previa, comúnmente realizada desde las fiscalías, tribunales de familias y centros de la mujer.

Por su parte, Hunter, destaca como avance en la materia la aprobación de la Ley de Femicidio, modifica la normativa anterior, reconoce en el Código Penal el delito de femicidio y amplía su pena».

Si volvemos a las cifras, las entregadas por la Encuesta Nacional de Victimización por VIF y delitos sexuales 2012, encargada por el Ministerio del Interior a Adimark, se evidencia la gravedad del asunto, teniendo en cuenta que a nivel nacional sólo el 36% de las mujeres que sufrieron violencia física en los últimos doce meses hizo una denuncia. Y que de ellas, el 41% desistió.  En cuanto a la violencia sicológica, el 27% de las mujeres denunció, pero la mitad decidió no seguir con el proceso. Mientras que el 12% de las mujeres que fueron violentadas sexualmente hizo una denuncia, de las que el 67% desistió.

Cifras preocupantes para una realidad que es transversal a la clase social, posición económica, profesión u ocupación. Violencia hacia la mujer que no sólo es intra familiar, sino que se vive diariamente en la calle, el trabajo, los estudios, etc. Y que su disminución depende de que sea entendida socialmente, tal cual es, en lo más amplio de la palabra violencia.

Por Natalie Gilbert